Los días son estupendos, buenos, malos o peores, pero no dependen en sí de cómo sean, sino de cómo los hagamos, miremos o queramos que sean.
Cada día sale el sol, llueve o hay nubes. Cada día por la mañana mi terraza está alumbrada y al ir avanzando el día, el sol va a iluminar otras terrazas. Cada día se desayuna antes de comer o comes directamente. Cada día escuchas a otros hablar. Cada día abres la boca ni que sea para decir un hola o un adiós. Cada día tiene su estructura, su ciclo. Algo pasa, sucede y se acaba. Mañana, vuelta a empezar... y así, pasan los días uno tras otro.
Poner en alto mis pensamientos tiene ciertos peligros, lo sé, pero es la manera que tengo de estructurarme, organizarme. A causa de esto, hace un par de días, me dí cuenta que, en comparación con la mayoría de personas, soy un bicho raro que piensa demasiado en todo y cuando digo demasiado, es más de lo que puedas llegar a imaginar.
Muchas veces pienso, que me gustaría hacer vacaciones mentales o hacer huelga a mi mente. Puede parecer tonto o, incluso, suene a risa. Pero es la realidad. La mayoría de veces no me entiendo y esto no implica que no me conozca, no es así, me conozco a las mil perfecciones he viajado por mi psyche infinitas veces, he reflexionado sobre quién soy miles de veces y mil otras preguntas que quizás nadie se las llegue a hacer nunca. Pero con lo de que no me entiendo, me refiero a que, aquello que yo quiero hacer, que es no pensar, aquello que yo conscientemente no quiero hacer, se ve impedido por mi yo no controlable, que aflora cuando le da la gana.
Es como volverse loca de mí misma..., y empezar a hablar conmigo sola, como si cuál loca se tratara, hablando sola, aunque en realidad no es hablar sola, es hablar conmigo misma. Es decirme a mí misma: "pero a ver, si te he dicho que no lo hagas, que no quiero que pienses, ¿pa' qué lo haces?", " Si sabes que recordando, te haces daño, ¿pa' qué recuerdas?" ,"si no depende de ti tal asunto, ¿por qué te empeñas en hacer?", "¿Por qué no le das la espalda y pasas para siempre ya?", "¿por qué no ignoras que existe X?"...
También hay veces que pienso si vale la pena ser como soy. Si vale la pena ayudar a la gente, si vale la pena ser buena, si vale la pena querer que los demás sean felices aunque eso conlleve tu infelicidad. Si vale la pena seguir pensando tantas cosas, en personas, en el aquí y ahora, en el después haré... Y tengo miedo, tengo miedo a que si se decide por el luego, éste, no exista. El adiós sea la llave que se había perdido para cerrar la puerta, que vengas y yo ya no esté...
Mi mayor deseo para ti en este momento, es que llegues a ser feliz. Sólo cuando amas a alguien realmente, puedes querer y desear que esa persona sea feliz en su vida, aunque no sea contigo.
Gemma Ruiz.
1ª Cor. 13, en especial del 4 al 7, y 13: El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia;
el amor no es jactancioso, no se envanece,
no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia,
sino que se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.
Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.