2 de juny del 2009

LENGUAje egoísta

Y Lea se enfadó. Ya no aguantaba más, estaba hasta las narices de tener que por su naturaleza innata preocuparse por las personas, para que luego le trataran mal.
Mientras cenaba se preocupó por un sofos resabido, proponiéndole que ya que la vida del pensamiento no da para vivir, porque no se hacia profesor y, de esta manera, compartir su conocimiento. Ella se había dirigido a él amablemente, pero a su oreja (la de él) sólo llegó algo que leyó en su mente como un ataque o reproche o...
De pronto, Lea se vio bajo una lluvia de palabras que la intentaban poner en un sitio en el que ella nunca había estado y que, ahora, a la fuerza la estaban poniendo. ¿Qué es esto? -pensó-, ¿Por qué me sale con éstas? y, ¿Qué he hecho yo ahora?, ¿Por qué me haces esto?, ¿Quién te trastornó la cabeza para que reaccionaras así? Lea estaba totalmente descolocada, porque ahora él quería ser y, era un juego que (ella) no entendía, porque como si por causa del azar fuera, unas veces era, otras lo intentaba y otras, no lo era (él).
Se dio cuenta que, aquél que consideraba sofos, se estaba convirtiendo en una persona normal, todo un fraude... Éste, hablaba y no se preocupaba por cómo podría sentirse Lea al oir (ésta) sus argumentos. Hablaba para Lea, poniéndose él, en el primer lugar y no a ella, empatizando con sus sentimientos... (La falta de empatismo es egoísmo).
Nunca tenía en cuenta cómo se podría estar sintiendo cuando él le hablaba o, en general, cuál era su situación ahora... Realmente, el sofos resabido, tenía un gran vacío de conocimiento, porque no conocía a esa persona que tanto se preocupaba por él. Se creía que, todavía era esa Lea de hace años, quizás de cuando tenía 7 años y, eligió no conocer a la persona que ahora era, había personas que le importaba mucho más conocer. Personas que no sabían del amor ágape.
Así que, decidió recoger lo que tenía por encima de la mesa y acabar en ese momento de cenar, no soportaba estar en la misma presencia del sofos que la hería. Se recluyó en su castillo.
Lea esperó que el conocimiento del sofos, le hiciera reconocer que se había equivocado en sus maneras y eso, le hiciera ir al castillo de Lea, pedirle perdón y consolarla. Pero como tantas veces, ella se quedó dormida con los ojos rodeados de gotitas de agua dulce, esperando a alguien que no vendría.

Gemma Ruiz.

Proverbios 15
Santiago 3: 1-12