23 de gener del 2010

Pequeña GRAN Felicidad

Hace falta tan poco para ser feliz.
La mayoría de veces, los seres humanos no sabemos valorar lo que tenemos ni ver aquellos pequeños detalles que nos hacen sentir mejor.
Andamos esperando toda la vida grandes acontecimientos que resuelvan nuestra vida y nos traigan felicidad a ella. Esperamos, como tantas veces se ha escrito, a terminar la carrera, irnos de casa, trabajar en aquello que nos gusta, encontrar la persona idónea, familia, etc...
No sabemos apreciar aquellos pequeños gestos que ocurren en nuestra vida mediante personas o hechos y que, hacen que nos sea más llevadera nuestra existencia.
La mayoría de veces, no sabemos valorar a las personas que tenemos a nuestro alrededor y no les damos importancia viendo el bien y la ayuda que son en nuestra vida. Otras, tenemos unos conceptos de aquello que es la felicidad, que cuando la conseguimos, no estamos nunca contentos porque no llega a ser aquello que imaginamos.
Ser feliz es mucho más sencillo de aquello que proponemos que es la felicidad. Ser feliz es saber ver y apreciar lo que te hace sentir bien. Es darle valor a lo que, la mayoría de las veces tratamos como basura, las personas. Ser feliz es priorizar los pequeños detalles que te sacan una sonrisa antes que lo apoteósico. Ser feliz es darse cuenta a tiempo.
La felicidad es un proceso, no es algo momentáneo. La felicidad existe, aún en tiempos malos.
Hoy mi padre me hizo la persona más feliz en la tierra: volvía de la compra y me trajo un papel de muestras de colonia, perfumado con una colonia que me encanta :). Hoy mi padre, me dedicó una sonrisa mientras charlaba por teléfono con mi mejor amiga Flor de Lis, quién también hace que mis días sean felices y, por quién doy las gracias, mil y una veces a Dios porque la pusiera al lado de una cabra loca radical como yo.

Gemma Ruiz.

Mateo 25:21. El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’

21 de gener del 2010

Un paso de 22 años.

Siempre he tenido las cosas claras en la vida, he sabido lo que quiero en la mayoría o todos los momentos de mi vida. He sabido cuál es mi esencia, aunque lo demás se "me modifique" con los años... Por aquello que he querido, he luchado y, si depende de mí, lo he conseguido. Sé quién quiero llegar a ser y sé lo que tengo que hacer para serlo, aunque muchas veces no me aplique el cuento.
Pero me frustra ver que, pasa el tiempo y no llego a mis metas..., que parecen muy lejos y que, a veces, me agovia ver el paso del tiempo tan lento.
A veces, me pregunto, porqué hay gente que dice que de los veinte a los trenta la vida parece como si pasara en un abrir y cerrar de ojos. Pues bien, yo estoy en ellos y refuto esa afirmación. ¿Siempre voy a tener que ser la excepción que confirma la regla?
Es curioso, a veces, los días parecen que pasan rápido, pero luego, en su conjunto están diseñados por tortugas... Y cuando miro lo que me queda para empezar a hacer lo que me dé la gana y ser libre, se me echa el mundo encima, es como si fuera un túnel muy largo en el que todavía no se ve luz (natural, claro).
Cuando un adulto está enfadado o algo no le gusta, ¿por qué tiene que comportarse como lo que es "normal" en un adulto y no poder hacer una "rabieta adulta"? ¿Es que a caso sólo se tienen agovios y "hartarse" cuando se es pequeño?
Ayer hablaba con Flor de Lis y pensaba que me alegro a montones por ella; pero, al mismo tiempo, pensaba, yo sigo en el mismo lugar, mi vida no avanza..., ¡yo quiero ser mayor! ¡¡No me gustan los peter pan!! ¡ Y, menos, yo no quiero ser una de ellos! No quiero vivir en un mundo irreal, ¡no existen los cuentos de hadas!
Once upon a time... escritos, pero no vividos...
Lo sé, mis escritos últimamente son muy pesimistas, negativos, raros y asqueados. Pero estoy agoviada y escribir es una de mis vías de escape.

Gemma Ruiz.



17 de gener del 2010

Revolviendo libros y situaciones y pensamientos y emociones.


Hace un rato pensaba en algo que me encanta. Pasear por rastros de libros, es decir, mercadillos en los que venden libros de segunda mano.

En mi ciudad ponen uno los domingos por la mañana, pero no sólo tienen libros, sino que también, tienen otras cosas, cosas que la gente ya no usa en su casa y que son muy viejas. Yo creo que hay muchas cosas que son chatarra y que, en realidad, no sirven para nada, pero que, los vendedores las llevan a sus paradas porque creen que las venderán porque, por ser antiguas, tienen un encanto especial o porque para ellos sí tienen valor (sentimental). A parte de estos cachibaches, también hay objetos para coleccionistas, como monedas, sellos...

Me gusta revolver un poco entre los libros, intentanto encontrar algún tesoro. Pero, hay muy pocos libros buenos o que valgan la pena y mucho papel amarillento sin contenido. Y, cuando encuentras alguna maravilla, resulta que no la venden y que si la venden es carísima, como con lo que encontré la última vez que fui.

A razón de esto, recordé lo diferentes que son este rastro y los que me encontré por New York cerca de una de las universidades en Manhattan. Era un día cualquiera, entre semana, y en la acera de la calle habían dos, tres o cuatro mesas con sus respectivos vendedores y, éstas, estaban llenas de libros metidos en cajas. Cada caja marcaba el precio de los libros que contenía. Y los precios no superaban los 10 dólares, los más caros. Para mí, esto es un verdadero rastro, éstos son del tipo que me gustan. Revolviendo pude encontrar un libro que quería tener desde hacía mucho tiempo y me hizo mucha ilusión encontrarlo ahí, de segunda mano, antiguo, con las páginas amarillentadas por el tiempo, con historia (además de la que lleva sus páginas) y tirado de precio, un libro de C.S. Lewis.

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Hay gente que me da sensaciones muy raras, a veces, me gustaría no percibir tanto.

Hay situaciones que me dejan como "bloqueada", no sé cómo reaccionar. En realidad, creo que sólo hay una situación que me deja bloqueada, me he estado observando cada vez que se ha podido dar a mi alrededor y me hace sentir incómoda o "¿Qué digo?", "Qué hago?", "¿Debería?"...

Esta situación es la que me hace plantearme si estoy preparada para que en algún momento de la vida esta situación se repita en mi vida y, realmente, creo que no. Y, por otra parte, creo que no me gustaría que se diera en mí. No sé si es normal o no que este tipo de situación se tenga que dar o no, quizás es normal, pero yo no la vea como normal. Quizás no pasa nada con que se dé, pero a mí me hace recordar el mismo fin. Quizás no es normal y se ve (la gente) como normal

Y, luego, yo no pedí venir a este mundo y, menos, para sufrir.

DIOS ES AMOR

Gemma Ruiz.