19 de desembre del 2008

¿Dónde está mi Hogar?

Hace tiempo, recuerdo que en una de nuestras clases de lengua con Josefina, ella nos pidió que hiciéramos una redacción. El tema de la cual debía ser: ¿Dónde serías feliz?
Me encantaban sus clases, fueran de lo que fueran, siempre había algo que aprender, y no siempre era de ámbito escolar. Junto a ella pude dejar correr mi mente hasta límites insospechados de curiosidad.

Me acuerdo que, al acabar de pronunciar las palabras del título del escrito, ella dijo que las (redacciones) iríamos leyendo. En cierto modo, no tenía muchas ganas de exponer delante de mis compañeros lo que pensaba, ya que sabía sobre lo que iba a escribir y para mí no era muy cómodo que los demás supieran asuntos de mi vida, porque nunca me ha gustado tener que contar cosas sobre mi "historia", mi "familia"... Porque...es doloroso para mí y tampoco quiero que por lo que yo cuente, la persona (incosciente o conscientemente) llegue a crearse una idea o prejuicio (bueno o malo).

Así bien, a grandes rasgos, hablé de que sería feliz si estuviera en Colombia y expliqué que allí, años atrás, lo había sido porque me sentí útil (en las manos de Dios).

Finalmente, tuve que leer mi hoja llena de palabras en orden, ya que siempre era un poco el "comodín" para la profe porque sabía que no la defraudaría con mi faena. Cuando acabé de leerla, ella me miró y hizo un gesto con su cara de "comprensión empática, sé que lo pasas mal", pues durante muchos años fue mi confidente.

Así como aquella vez, algo que me pasó y me pasa por la cabeza desde hace muchos años es encontrar algún día mi hogar. No me siento ni de aquí ni de allá, y la mayoría de veces me siento como un bicho raro con los míos y con los otros, como si no perteneciera a ningún lugar. No me siento ni soy...de nadie.

Me gusta pasear y mojarme cuando llueve en verano; me hace feliz ver dos viejitos de la mano y ayudándose en su anciana edad; me gusta recoger y oler una de las flores caídas al suelo de un jazmín que hay llegando a casa; me gusta ver a la vecina de un metro de altura que pasea su perro y me saluda al pasar con un hola y y una sonrisa en su boca; me gusta poner la música muy alto y cantar, y bailar al son de la música sin importarme si hago el ridículo (en casa); me gustaría ser feliz. Meta: serlo.

Filipenses 3:20. Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

Gemma Ruiz.

2 comentaris:

Sandra ha dit...

Muchas veces me siento como tú. De hecho, escribí sobre esto mismo hace unas semanas.

Me resulta difícil no encontrar mi hogar dónde creía que estaba, porque si no es ahí, ¿dónde está?

Pero es cierto el versículo que has escrito al final...


Bueno, que pases unas buenas fiestas.
Un besito,

Sandra

Anònim ha dit...

buscando el hogar, acuérdate de extender tus brazos hacia el cielo!


vaaamos gemma! ànims!