1 de març del 2010

Mendigando

Ayer mi mirada se desvió hacia las basuras, no porque las hubieran cambiado con algún diseño extravagante o innovador. Sino porque desde la mañana hasta la noche, vi alrededor de cuatro personas buscando entre los desperdicios de otros, algo que llevarse a la boca, o algo de ropa, o algo que revender... Todos ellos, rondaban los 60 años para arriba y, en su mayoría, eran hombres.
Sentí pena, porque pese a que el mundo "progresa", se ha olvidado de esta gente. Igual que los desechos que las personas tiran a las basuras, el mundo desprecia a estas personas, son el eslabón olvidado de la sociedad. Personas que no cuentan en los programas electorales de ningún partido. Y así, inconscientemente (en más o menos grado), nos permitimos seguir mirando para otro lado...
Sentí impotencia, porque, por desgracia, para ayudar a estas personas se necesita dinero y si lo tuviera, los hubiera llevado a comer algo y luego a hacer su compra de la semana. Y si aún tuviera más, como los sueldos desorbitados de los famosos, les proporcionaría vivienda, calor y comida caliente.
Sentí desamparo, porque sentí su soledad.

Gemma Ruiz.

Santiago 1:27. La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo.